Esto significa que el impacto de la implementación de mas áreas de coca contribuirá a una mayor deforestación que según DEVIDA, en los cinco últimos años la producción de coca ilegal habrían destruido 2,500 Km² de selva tropical amazónica, aproximadamente el 30% del total deforestado a nivel nacional.
Pero así mismo las propias tecnologías para desarrollar el cultivo; la elaboración de PBC y cocaína, trae consigo mayores problemas, porque a los fertilizantes químicos, plaguicidas y herbicidas empleados por los productores de coca y el narcotráfico a sumado millones de kilos, litros y galones de insumos químicos que al final, fueron a parar a los riachuelos de las cabeceras de las quebradas, contaminando seriamente los ríos mayores que proveen de agua a las poblaciones cercanas.
Según este informe, se calcula que anualmente se aplican 700 mil litros de agroquímicos (abonos foliares, plaguicidas y herbicidas) que se vienen usando en dosis mucho mayores a los técnicamente requeridos. Para la obtención de las 302 TM de clorhidrato de cocaína calculadas para el año 2008, se requieren de aproximadamente 4’400,000 galones de kerosene; de acido sulfúrico 1’300,000 litros; de acetona 1’100,000 galones; de alcohol industrial en 800,000 litros; de carbonato de sodio en 550,000 kg, entre los más importantes.
También se revela que los Parques Nacionales Bella Durmiente, Cordillera Azul y Río Abiseo, así como la Reserva Nacional del Tambopata y la Zona Reservada de Güepi, vienen siendo impactadas por estos cultivos ilícitos, traspasando las zonas de amortiguamiento e ingresado a las propias zonas protegidas, afectando la biodiversidad albergada en estos territorios.
A pesar de los esfuerzos que DEVIDA y diversos organismos que luchan contra el Narcotráfico y sus aliados resulta insuficiente, pues los cultivos de coca ilegal se incrementan y evidencia que algo de la estrategia empleada hasta hoy no funciona o no se implementa con la misma magnitud en todos los frentes, como el control de insumos o el lavado de dinero que al parecer no han sido suficientemente intervenidos.
Resulta necesario por tanto revisar urgentemente las políticas, planes y estrategias empleadas hasta hoy a fin de rectificar y profundizar la lucha contra este flagelo que no solo afecta gravemente a nuestra sociedad en especial nuestros jóvenes, sino también a nuestra gran biodiversidad que al igual que nuestros jóvenes pueden perderse para siempre.
Fuente: Cuarto ambiente
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