Todo sigue igual

Se han trazado los mismos objetivos y se han presentado las mismas diferencias entre lideres de la G8...

Nada ha cambiado, salvo un actor y el escenario. El acuerdo sobre cambio climático al que llegaron el miércoles los líderes del G-8 no introduce ningún elemento novedoso en la negociación internacional. Un proceso que debe concluir en diciembre en Copenhague con un nuevo acuerdo multilateral de lucha contra el cambio climático. Son las mismas grandes cifras que se acordaron el año pasado en la isla japonesa de Hokkaido: reducir a la mitad las emisiones contaminantes en 2050, y que sean los más ricos los que hagan un esfuerzo adicional para recortarlas en un 80% en la misma fecha.

La diferencia es que en aquella ocasión el sillón de Estados Unidos lo ocupaba Bush y ahora lo hace Obama. Su guión ha sido el mismo. Y la respuesta de los países emergentes, también: que se incluyan objetivos a medio plazo para los industrializados, y que éstos se comprometan a ayudas financieras y tecnológicas que propicien el cambio en los países pobres.

Esta «parálisis» en el proceso, como decía ayer el «New York Times», llevó al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, a mostrarse ayer insatisfecho por unos objetivos que consideró «insuficientes», pues la lucha contra el cambio climático «es un imperativo moral y político».

No fue la única voz crítica. Michael Zammit Cutajar, negociador de la ONU para el protocolo pos-Kioto, señaló ayer a ABC que «no agrega nada a los acuerdos políticos ya adquiridos», aunque matiza que la referencia al límite de un aumento de temperatura de 2ºC es importante, pues respalda la base científica del problema, aunque sin acuerdo sobre financiación no habrá forma de fijar objetivos en Copenhague para reducir entre un 25 y un 40% las emisiones en el año 2020.

En este sentido, Sara Pizzinato, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace, que ayer se encontraba en Vado Ligure (cerca de Génova), donde la organización ecologista bloqueó durante unas horas la tercera central térmica más contaminante de Italia, explica que «los líderes del G-8 han demostrado que no se están tomando en serio la urgencia del cambio climático, y que no tienen una ruta clara hacia la reducción de CO2 ».
El límite es 2015
A su juicio, un buen objetivo hubiera sido la reducción de un 40% en 2020 -sobre el nivel de 1990- de las emisiones de los países del G-8, «marcando así un hito intermedio entre hoy y 2050». Sin ese objetivo intermedio será imposible empezar a reducir las emisiones en 2015, límite marcado por los científicos para poder minimizar los impactos del cambio climático.

Fuente: ABC

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